ELKIN OBREGON

Elkin Obregón fue conocido inicialmente, hace unos veinticinco o treinta años en Medellín, como caricaturista del periódico El Colombiano. También en casas de ciertos amigos podía verse tal cual acuarela que nos señalaba que, aparte del oficio de caricaturista, ejercía el de pintor. Más tarde conocimos sus dotes de traductor. Si no estoy mal, lo primero que tradujo del portugués fue un pequeño volumen con poemas de poetas brasileños, Manuel Bandeira entre ellos. Más adelante se supo de su traducción de las novelas de Nélida Piñón. Pero salvo unas crónicas publicadas en la década de los ochenta, en

De Paso, un libro colectivo dedicado a este género cuyas páginas compartía con Víctor Gaviria, Iván Hernández y Elkin Restrepo entre otros, no teníamos noticia de que fuera escritor. Parece ser que en los días de la navidad del año noventa y nueve, al quedarse durante una temporada solo, pues sus habituales amigos habían salido de vacaciones fuera de la ciudad, Obregón se compró un cuaderno escolar y un lápiz y se sentó a escribir -aprovechando los días apacibles de fin de año- sus recuerdos de infancia. Según sus propias palabras, nunca había pasado unas mejores vacaciones, ni más baratas: cerca de dos mil pesos. El resultado es un pequeño volumen de 62 páginas en el que aparecen veintisiete textos breves, ninguno de ellos de más de dos páginas, en los que van pasando, deshilvanadas, sus memorias.